NUESTROS PUEBLOS SE MUEREN

 

Un buen día, hace ya un tiempo, conocí a una chica en Salamanca; que aparte de guapa tenía un acento bonito, pues era extremeña, concretamente de un pueblo llamando Majadas, situado a unos 40 km de Plasencia.

Hablando, entre otras cosas, le comenté que yo era de Guadramiro, un pueblo de aquí de Salamanca, y que apenas llegábamos a los 200 censados.

Me sorprendió su respuesta cuando me dijo con cierta guasa: “¡Eso no es un pueblo…, es una aldea!” Le dije ¿por qué dices eso? ¿Cuántos habitantes tiene tu pueblo? A lo que me contestó que unos 1.300, y que en Cáceres y Extremadura los pueblos son todos bastante grandes, y a los pequeñitos los llamaban aldeas.

Yo aceptaba que mi pueblo era humilde y pequeño, pero nunca lo había denominado aldea, a lo que le manifesté que antiguamente era más grande, pero ahora, como en toda la zona de las Arribes y de Vitigudino, los pueblos se estaban despoblando. Que aquí es más normal que todos los pueblos tengan ese tamaño, aunque haya excepciones.

Siempre me gustó la demografía y la historia, por lo que un tiempo después con curiosidad visité su pueblo en internet. No me había mentido: tenía 1.300 habitantes actualmente, 1.000 en los años cincuenta y 500 en el 1900. Nuevamente me resultaron curiosos los datos; desarrollaba una evolución totalmente ascendente, todo lo contrario a la inmensa mayoría de pueblos de la provincia de Salamanca, donde vamos “cuesta abajo y sin frenos”.

 No pude evitar compararlo con Guadramiro, pues a principios de siglo pasado les superábamos con 746 frente a sus 500. No conforme me fui un poco más lejos: visité el diccionario de Pascual Madoz (1850), el cual, describe todos los pueblos de España en esa época. 383 habitantes Majadas por los 830 Guadramiro… Se habían cambiado las tornas.

No quise seguir, donde seguramente la diferencia seguiría aumentando, pues en los siglos XVI-XVII Guadramiro superaba el millar de almas como entonces las llamaban. Ahora la historia decía que el pueblo era Guadramiro y Majadas la aldea, lo que tampoco era completamente cierto, pues Guadramiro en todo caso habría que denominarlo como villa, categoría que ya ostentaba en el siglo XII, concretamente en un escrito hoy conservado, que firmaba el Rey Fernando II de León en 1167, el mismo Rey que dos años más tarde (1169) firmaba otro documento en el que Vitigudino aún figuraba como aldea. ¡Llamativo! Varios siglos atrás vuelve a aparecer el término ‘aldea’ al que se refería mi amiga. Vitigudino posteriormente, como ya es sabido, también alcanzó el título de villa.

No solo la demografía me hizo comparar ambos pueblos. Majadas es una palabra o nombre que por aquí definimos como terreno “sano” que no se empantana, donde el ganado duerme y se acomoda en época de lluvias en invierno. Vemos que el nombre procede del pastoreo, profesión que nos relaciona inmediatamente. En Salamanca siempre se ha vivido del pastoreo, del ganado, de la agricultura, entre otras cosas, al igual que en Cáceres. Zonas vecinas, muy similares, entre dehesas de encinas.

En cambio, Guadramiro, nombre raro donde los haya, para el que lo escucha por primera vez, pues ya no digo pronunciarlo, que seguramente lo hagan mal, proviene nada menos que de un Rey. Guad (río o valle) + Ramiro (Rey).

El Rey Ramiro II de León,  fue el primer repoblador de nuestra zona (Salamanca, Ledesma, Guadramiro…) allá por el año 939 d.C.  Salamanca era una zona bastante despoblada, denominada tierra de nadie, a la que trajo gentes provenientes del norte del reino, que ocuparon antiguas poblaciones, castros, poblados romanos… Guadramiro fue uno de esos lugares que además tomó el nombre de dicho rey.

Nada de esto le comenté a mi amiga la extremeña. La historia parece ser que no le interesa a nadie, que ya no vale porque es pasado, para muchos, cosas aburridas o de viejos. Hay que reconocer que la historia conforma situaciones y momentos muy diferentes, a veces nada comparables con los que vivimos hoy en día; el caso es que yo me niego a olvidar la historia, porque nos habla de lo que fuimos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, que es lo que trato de plasmar en este artículo.

Sin irme más allá, que podría, y evitando no aburrir más con tanto Guadramiro y su historia, me he situado 1000 años atrás, mil años desde que se devolvió el dinamismo a esta tierra del Reino de León.

1000 años en los cuales se ha luchado por ella, por ir a más, por mejorarla, por poder vivir en ella, por hacerla por lo menos igual a las demás, y se ha demostrado que se ha podido. En 1000 años nuestros humildes pueblos, unos más grandes, otros más pequeños siempre han evolucionado en periodo ascendente respecto a demografía, o por lo menos se han mantenido. Ha habido guerras, cambios de gobernantes, periodos buenos y malos, con peores condiciones que las actuales, sin luz, pavimento, agua, tecnologías… pero nunca nuestra tierra, nuestra zona había experimentado un batacazo como el que ha sufrido en las ultimas 4 décadas. Los datos son muy, muy preocupantes.

Hace no mucho, en este periódico, Miguel Corral hacía un estudio o balance de la población del Abadengo en los últimos 30 años. ¡Se había reducido a la mitad! ¡Una auténtica barbaridad! Pero no solo el Abadengo, sino toda nuestra comarca a partes iguales, incluso la provincia.

Villarino por ejemplo con 2.113 habitantes en los años setenta, hoy cuenta con 892. Mieza 468 en 1981, tiene 222 en la actualidad. Cipérez con 631en el años ochenta, hoy suma 284, Barceo, Cerralbo, Encinasola, La Fregeneda, Guadramiro, Masueco, Peralejos, Saucelle, Yecla…la lista es imparable, y así cada uno de nuestros pueblos, no solo de nuestra zona, también en la Sierra, como Mogarraz, Miranda del Castañar…, en Zamora , Bermillo,  Fermoselle…

Todos condenados al abismo, camino de ser aldeas, como decía la chica de Majadas. Lo peor es que no se ven signos de detenerse, sino de desplomarse cada vez más y más.

Seguramente en un futuro, más que cercano, nuestros pueblos tengan que reestructurarse mayoritariamente en pedanías (aldeas), hasta convertirse en pueblos fantasma. Como mucho quedarán para pasar algún fin de semana o ni 15 días en agosto, pues la gente prefiere la playa.No lo quiero ni imaginar, que en otros 30 años no quede casi nadie y que nadie haga nada.

Parece que es lo que nos han enseñado y lo que algunos quieren. Me refiero a nuestros gobernantes, a nuestra Comunidad  Autónoma, pero también a nosotros que lo admitimos. Todo indica que lo aceptamos, como si fuera ley de vida que un pueblo o una zona tenga que morir. Que yo sepa, un pueblo no es un ser vivo, ¡no tiene caducidad!

El ambiente en los pueblos actuales es pesimista, bajo expresiones como: cada vez somos menos…los jóvenes se van…esa casa se ha caído…no merece invertir aquí…

Todos le tenemos cariño a nuestro pueblo, pero al final, empujados por las circunstancias y el sistema implantado en nuestra tierra, lo abandonamos, esperando que algún buen samaritano caído del cielo venga a arreglarlo. También considero que si no lo hacemos nosotros (que lo queremos), menos lo va a hacer la gente de afuera.

Entiendo que la vida haya evolucionado, que la gente prefiere vivir en la ciudad. Que en las zonas rurales cada vez hay menos posibilidades de trabajo. Pero esta escusa no es suficiente. Solo basta con volver a comparar. Por ejemplo con otras regiones.

¿Por qué en los pueblos de Extremadura no pasa esto? ¿Por qué en el pueblo de mi amiga no ocurre algo parecido y en el mío si? ¿Por qué en Castilla y León se permite que mueran las zonas rurales? Regiones tan parecidas y tan diferentes a la vez.

En Extremadura, desde la formación autonómica actual, se cuidan las zonas rurales, creen en sus posibilidades, se crean denominaciones de origen, cooperativas, empresas…los pueblos tienen 2.000, 5.000, 7.000 habitantes. Hay que reconocer que hay menor número de pueblos, pero esa no es la causa. No se extiende ese pesimismo, o se crea esa concepción mental de que solo se nace allí y que luego hay que marchar, a Madrid, al extranjero…en cada pueblo de España de otras comunidades se apuesta por ellos desde arriba y como mínimo se mantienen.

 Singular es que el lema de nuestra comunidad sea: “Castilla y León es vida”. Debe ser solo en el eslogan, pues yo veo más bien lo contrario. Veo muerte, veo abandono y veo olvido, sobre todo en nuestra región, (León, Zamora y Salamanca), o sea la parte del Y LEÓN.

Castilla y León es una comunidad presumiblemente inventada, uniendo dos regiones que no tienen mucho que ver. Una comunidad que presume de ser la más grande en extensión, pero también en desunión. ¿Qué relación tiene Salamanca por ejemplo con Soria? ¿O León con Segovia? No tengo nada en contra de Soria, ni de Segovia…ni de la colindante Ávila. Tampoco de lo que llaman Castilla, pero creo que si hablamos de regiones, o regionalismos lo primero que tiene que pasar es que las gentes que engloba se sientan identificadas en muchas cosas, unidas, hermanas, como en Galicia, en Extremadura, Cataluña, Andalucía… hace falta quererse y luchar por esa tierra. Un salmantino como mucho se siente salmantino, no Castellanoleonés.

Si observamos la historia en todo caso nos deberíamos sentir leoneses, y no castellanos como se pretende imponer. El reino de León existe desde el siglo X, recuerden el repoblador de Guadramiro.

El Reino de León siempre fue nuestra tierra, y no como pretende la historiografía española diciendo que pertenecíamos a la Corona de Castilla.  León siempre estuvo considerado como reino, incluso integrando otras coronas mantuvo instituciones propias, como la notaria mayor, etc. Los Reyes en sus documentos oficiales recogían siempre explícitamente que eran reyes de León (junto a otros títulos).

Galicia o Asturias también formaron parte de esa Corona y nadie los tilda como “castellanos”.

Hasta la constitución de 1978, pertenecíamos a la Región Leonesa, compuesta por las tres provincias antes señaladas (León, Zamora y Salamanca).

La toponimia de nuestros pueblos también nos lo transmite. Zorita de la Frontera, Aldeaseca de la Frontera, Horcajo Medianero. Separaban los Reinos de León y Castilla.

Nos lo dice hasta el folclore, las tradiciones. En la región de León se toca y se baila al son de la gaita y del tamboril, en la de Castilla la dulzaina y el redoblante. Y así muchas cosas más nos definen como leoneses pues en realidad es lo que somos.

Desde la invención de esta comunidad, Castilla y León, tras la democracia, los datos hablan por sí solos. Y no hablan muy bien en lo que se refiere a nosotros. Todavía no entiendo por qué nos juntaron con “Castilla la Vieja” y por ejemplo separaron a la Rioja y Cantabria, que pertenecían a ella. Seguramente había intereses. Mientras tanto nosotros, con la pasividad que nos caracteriza, lo mismo nos dio, que nos dio lo mismo…que nos metan en cualquier lado.

La zona castellana, Valladolid, Burgos, Segovia han crecido y evolucionado desde entonces,manteniéndose más o menos igual Ávila y Soria. Palencia ha bajado los datos, pero desde luego no hasta los límites que experimentan  León, Zamora y Salamanca, que se pueden calificar como catastróficos. ¿Por qué esta desigualdad?

Esta unión de León y Castilla se podría aceptar si las cosas marcharan bien, que no es el caso; si se apostara por todas las provincias, ciudades, zonas rurales por igual.

En la Comunidad más amplia de España donde la zona vital  y predominante es el medio rural tienes que apostar por ese medio, como hacen en Extremadura, en Galicia,  o en Asturias.

Sin duda nuestra región es la más olvidada, la que más paro desarrolla, la que más pierde población, donde más envejecemos, donde más jóvenes se van.

Mientras tanto, Valladolid es la ciudad más grande de todo el noroeste español. Con eso lo digo todo. No les culpo, lo han hecho bien, lo han llevado a su terreno. También nosotros lo estamos permitiendo. Está claro que el que no llora no mama. Si hasta los diputados por Salamanca lo meten ahora de Valladolid… como van a luchar por nuestra tierra, si probablemente ni la conozcan. ¡Para que nos van a dar (a nuestras provincias)! si aquí nos conformamos, si aceptamos que nos morimos. El voto ya está dado antes de votar, y los alcaldes no retan a sus superiores de partido en la Junta. La pasividad es abrumadora.

En los últimos años Salamanca pierde cuatro habitantes por día. ¿Os parece normal? No solo a la provincia le va mal, sino a la ciudad. Salamanca es una ciudad envuelta en el disfraz del turismo y la universidad, gente de paso, que viene pero que se va, como mi amiga la extremeña. Vino pero ya se fue, los datos tampoco engañan. No hay muchas más opciones. El cierre de empresas como Cervantes, el Hotel Monterrey, la desaparecida Unión Deportiva Salamanca, no hacen más que ratificarlo día a día.

No genera tanta alarma como en el medio rural, porque las cifras están más lejanas del cero, pero ya le verán las orejas al lobo.

Nuestra zona, las Arribes o Vitigudino, junto con algunas de Zamora como Sayago o Aliste, son las peores con diferencia.  Encima ahora van y sueltan lobos, que ese es otro tema. Aquí sí se puede decir que ya le hemos visto las orejas. Tampoco estoy en contra de la extinción de este animal, pero por qué lo soltamos en nuestra zona herida. ¿Es que queremos matarla aun más desde la Junta? Las Arribes es un parque natural, pero creo que no es el lugar adecuado para el lobo, no hay suficiente monte. Es la gota que colma el vaso. Puestos a soltar lobos, suéltenlos en zonas más ricas. O pongan como mínimo medidas. Que no tengamos que huir también porque viene el lobo. Y es que nuevamente es un tema competencia de la Junta, no de los ecologistas como algunos dicen.

Sigamos así, echándole la culpa a otros, sentados y de brazos cruzados, hablando solo en pretérito imperfecto:

“Por aquí pasaba el tren hasta Oporto, aquí había un centro de salud, en esta casa vivía gente, aquí había una huerta, allí una fábrica, mi pueblo era villa…”, todo será pasado.

Nos caracterizamos por ser poco unidos y eso nos está matando; preocupados de ser más que el vecino, o presumir que un pueblo tiene 15 habitantes más que otro. O mirar hacia otro lado si en otro pueblo tienen un problema. Al fin y al cabo somos la misma “mierda”, perdónenme la expresión, sino es un poco antes un poco después.

¡BASTA YA! Hasta cuando pensamos estar así, luchemos por nuestra tierra. Pero ante todo que sea unidos. ¡Arribes quiere vida! Nuestra Región también. Nuestra tierra no es peor que otra.

 

Albert Calderón