VIDAL GONZALEZ ARENAL

 

Vidal González Arenal, nació en el año 1859 en Vitigudino, pero años más tarde residiría en Guadramiro, por ello se le había considerado siempre guadramirense hasta que en 2006 se localizó la partida de su nacimiento.

 A los 13 años, quedó huérfano de padre y madre y siendo el menor de 6 hermanos, se hicieron cargo de él sus hermanas Sofía y María. 

 Muy pronto su vocación se decantará hacia el terreno artístico, hacia la pintura, donde, un espíritu sensible y creativo como el suyo, hallará la forma de mitigar su soledad y la pérdida de sus padres a tan temprana edad, que en buena medida marcó su vida.

En el último cuarto del siglo XIX, en Salamanca la enseñanza de la Pintura se hallaba encauzada a través de la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy La Diputación contribuía anualmente al sostenimiento de la escuela, con cierta cantidad económica que se empleaba en adquisición de material o para sufragar el sueldo de los profesores y en compensación la Escuela reservaba un cierto número de plazas para alumnos carentes de recursos económicos o procedentes del Hospicio, que sostenía la Corporación Provincial .

En el año 1886, con 27 años de edad, la Diputación de Salamanca le concede una pensión para la pintura a Vidal González Arenal. Con ella podrá asistir a la Escuela de Pintura Escultura y Grabado de Madrid.

Con el respaldo económico de la Diputación de Salamanca, Vidal se traslada a Madrid, donde permanecerá durante un periodo de cuatro años, asistiendo a la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado con gran aprovechamiento. Siguiendo las directrices de la Escuela de Madrid, comenzará a realizar copias de originales existentes en los museos madrileños, principalmente en el Prado. Entre los envíos de ese año se halla el cuadro titulado El Testamento Isabel la Católica, copia de Rosales, que se halla en el Palacio de la Salina.

 En Madrid continuará, pintando y aprendiendo, pero la vida en la capital del reino no le resultará fácil, y pasará por estrecheces económicas. A pesar de todo Vidal seguirá cumpliendo con el compromiso y la entrega de sus trabajos a la Corporación Municipal, que le encargará además un retrato de la Reina Regente, Doña Mª Cristina de Habsburgo, para el salón de sesiones.

Vidal continuará en Madrid hasta que en el año 1891 solicita una pensión para marchar a Roma, que le concederá la Diputación.Vidal González Arenal, emprenderá rumbo a Italia, donde se empapará de arte clásico.

El viaje a Roma formaba parte de la formación de los pintores españoles y allí desarrollaban su obra ateniéndose al programa académico establecido, alejado de las tendencias renovadoras.

La Deposición de Cristo. Vidal González Arenal. 1895. Óleo sobre lienzo. Colección particular. Madrid. Depósito: Museo de Salamanca.

En el año 1895 Vidal concurre a la Exposición de Bellas Artes inaugurada el día 10 de mayo por la reina regente Doña Cristina de Habsburgo en el Palacio de las Artes e Industrias de Madrid. Se otorgó Medalla de 1º Clase a Joaquín Sorolla por la obra ¡Y aún dicen que el pescado es caro¡ y Vidal González Arenal obtuvo una Medalla de 2º Clase por el cuadro La Deposición de Cristo, obra grandiosa en la que se afanó con apasionada locura, con desaliento y la que más esfuerzo y tiempo le costó en su etapa de pensionado, según relataba. 

Al anterior galardón le seguirían otros, como el concedido por la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy en el año 1896 por Un milagro de San Nicolás. O los obtenidos en la Exposición Regional de Bellas Artes e Industrias Artísticas, celebrada en el año 1900, en Ciudad Rodrigo.

Tras cortas estancias en Florencia, Venecia y Paris, Vidal González Arenal regresa a Salamanca donde la pintura seguirá siendo su máxima aspiración en la vida.

En su retorno influyó decisivamente el entonces obispo de Salamanca, D. Tomás Cámara y Castro, que en una conversación mantenida con el gran pintor Pradilla en Madrid le habló de Vidal, en los siguientes términos: En Roma tienen ustedes un pintor de Salamanca de gran provecho: Vidal González Arenal. Es un formidable colorista y un gran pintor. El Padre Cámara será quien traiga de Roma a Vidal, que llegó pleno de ilusión y entusiasmo a la ciudad del Tormes, trayendo consigo un gran bagaje artístico tras su paso por Florencia y París. Atesoraba también, el reconocimiento de sus contemporáneos, y una fecunda obra -fruto de una labor incansable- que traspasando fronteras había llegado a Viena, Paris, Nueva York, Petrogrado, a través de los marchantes de arte.

En la ciudad salmantina, Vidal compaginará el trabajo en el estudio con su dedicación a la enseñanza, como profesor en el círculo católico de obreros.

En agosto de 1905 la Escuela de San Eloy convoca una plaza de Profesor de Dibujo de Figura y Pintura que, estaba dotada con el sueldo de 1000 pesetas anuales, y Vidal va a optar a ella, con fecha 24 de septiembre de 1905, es nombrado, por unanimidad, profesor de dibujo especial de figura y pintura:. Y en febrero de 1906 es designado además Consiliario de número en la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy.

Hasta el curso de 1907, continuará ejerciendo allí como profesor, pero en septiembre de 1907, debido a la penuria económica por la que atravesaba la Escuela, la Junta acuerda suprimir esta disciplina para el curso siguiente.

Vidal vivió dedicado por entero a la pintura. Su estudio, como relatan quienes lo conocieron y frecuentaban, era un espacio pulcro y abigarrado de cuantos elementos le pudieran servir en la composición de sus escenas, en los que se mezclaban los caballetes de sus discípulos, con muebles, objetos de cerámica y telas, con cuadros acabados o a medio hacer.

En él se reunía una amena tertulia de artistas y discípulos pero aquella Salamanca de principios del siglo XX, provinciana, monótona y con unas relaciones sociales difíciles, no constituía el ambiente más adecuado para que Vidal desarrollara su arte, aunque él desde la quietud apacible de su estudio luchaba y trabajaba.

Con admirable maestría convertía sus ideas en obras, que los pocos amantes del arte con que contaba la ciudad charra, admiraban y contemplaban entusiasmados.Aquí, aquellos años en los que había luchado en continuo batallar por alcanzar fama y gloria, junto al reconocimiento obtenido fuera de España, y sus obras en museos de Londres o Norteamérica, no significaban nada y su personalidad artística vigorosa se fue diluyendo en Salamanca.

La salida de los novios de la iglesia, en La Alberca.

Seguramente, lo más acertado para obtener el reconocimiento de su obra hubiera sido, abandonar este ambiente provinciano y marchar a Madrid a medirse con los grandes de la pintura, pero se quedó en Salamanca. Pero quizás su espíritu de artista no ambicionaba otros rumbos, para dar rienda suelta a su creatividad, aunque su austeridad de carácter y el cariño que sentía por esta tierra, hicieron de su horizonte un campo muy limitado. Y con el paso de los años Don Vidal se fue tornando un espíritu introvertido, que cada vez se hallaba más entregado a la pintura.

Aunque aquí vivía, voluntariamente, alejado de los círculos sociales, ese austero retiro no significaba que no estuviera al corriente de las últimas tendencias en pintura. Pues cada año realizaba un viaje a Madrid, donde visitaba los museos y las exposiciones, admirando las obras de los grandes, que se exhibían en la capital de España.

El paso del tiempo y el contacto con la vida diaria, le llevará a pintar escenas cotidianas: de nacimiento, matrimonio, muerte, costumbres campesinas, oficios, quehaceres, tipos y trajes de la provincia. Imágenes de la historia salmantina que hoy, un siglo después, adquieren un valor testimonial.

Maestro en la composición y el tratamiento del color, escogía con sumo cuidado los modelos del natural, y sabía captar con inigualable maestría el perfil psicológico de sus personajes en una simple mirada o un gesto, que reflejaba con sencillez.

Cuadro "tamborilero de Guadramiro" de Vidal González Arenal.

Desde entonces, en los primeros años del citado siglo, y hasta su muerte Vidal, enamorado de la provincia de Salamanca, pintará la tierra libre y ancha o abrupta de los campos. En ella cobrarán especial protagonismo las zonas de la Ribera y de la Sierra de Francia como reflejo del alma de los pueblos salmantinos.

En este tiempo de pintura tan costumbrista, y con tanta alma charra, Vidal volvería a habitar en Guadramiro, pueblo donde seguramente guardaba familiares; desde aquí se desplazaba también a otros pueblos como Villavieja, Vitigudino, La Alberca u otros pueblos de las Arribes, para captar tipos y escenas que hoy son una importante fuente de estudio para la etnografía salmantina.Allí recogerá, directamente de las alquerías, dehesas y pueblos, la rica variedad de paisajes, trajes y costumbres de la provincia.

En GUADRAMIRO pintaba, en las estancias del hoy desaparecido palacio de los Marqueses de Castellanos, donde acudían a posar, gentes del lugar que él elegía para la composición de sus escenas.

Su producción en Guadramiro comprende distintos retratos, escenas festivas y cuadros… como “Madre e hijo”, “Tamborilero de Guadramiro”, o  “La sesión de un Ayuntamiento charro”, de los que realizó varias versiones, siendo una de sus mejores obras, en la que representa la corporación municipal que por aquel entonces tenía nuestro municipio. En este cuadro muestra claramente que la vestimenta de esa época en Guadramiro era el traje charro, como así han contado siempre los mayores de la localidad.

"Sesión de Ayuntamiento charro, en Guadramiro"

 Decoró también la ermita de Nuestra Señora del Árbol y restauró la gigante imagen de San Cristóbal.

En La Alberca plasmará también una gran producción costumbrista, modos de vida, ritos y tradiciones que los albercanos atesoraban con gran celo. A esta etapa pertenecen obras como “Gentileza” y también realizó una serie que tituló Costumbres de la Sierra de Francia teniendo por escenario La Alberca. De ella forman parte, entre otros, los cuadros conocidos como: “Las cuartillas de la boda”,” La salida de los novios de la iglesia”, “El exvoto”, “La carrera de gallos”, o “La ofrenda”.

También pintó varias obras en su pueblo natal, Vitigudino, y mientras se hospedaba en casa de unos familiares. También pintó los frescos que hoy en día decoran el altar de la iglesia de San Nicolás de Bari, tras haber sido quemados sus retablos varios años antes en una revuelta.

Vidal continuó pintando y viviendo en una precaria situación económica que arrastraría hasta su muerte. Además, la enfermedad que acabaría con su vida comenzaba a hacer mella en su fortaleza y en su rostro, que se iba tornando cada vez más triste por los fuertes dolores de estómago que soportaba y que él combatía ingiriendo abundantes cantidades de bicarbonato.

En el mes de marzo del año 1925, abandonará su domicilio salmantino de la calle Meléndez número 20 y marchará a Madrid para ser operado. En el Instituto sanatorio Príncipe de Asturias es intervenido el día 27 de Marzo, de la grave afección gástrica que padecía y la operación resulta ser un éxito. Pero dos meses más tarde, el día 1 de mayo fallecerá, en Madrid junto a su familia y será enterrado en el cementerio de La Almudena.

La contribución de Vidal González Arenal a la cultura salmantina. Pues a través de sus obras que se vendían tanto en Europa como en Estados Unidos, Salamanca fue un referente fuera de España. No así en su propia ciudad, donde Vidal, hombre comprometido con su vocación, y alejado de una gloria efímera, vivió una lucha tenaz, sorda y anónima.

Con la conciencia y el alma sosegada, en Salamanca llevó una vida sencilla, donde supo despertar la admiración hacia su trabajo y el afecto hacia su persona de unos pocos, porque fue un hombre honesto con su trabajo y consigo mismo.

Fuente consultada:  ROSA LORENZO LÓPEZ (Etnógrafa)